Hoy he acabado mi último trabajo, que es un cuelga-collares, por ponerle algún nombre. El soporte lo encontré en una pequeña y encantadora tienda de manualidades de la capital tinerfeña.
Como soy una enamorada de los collares (tengo más de 250) lo vi ideal para añadir otro soporte más a mis abalorios, aunque ahora me falta pared donde colgarlo; la tengo invadida.
Comencé pintándolo todo de color arena. Luego pinté los laterales y la barra de madera de azul. Lo llené de cinta de carrocero formando líneas; luego quité las del medio y pinté de azul, dándole dos manos.
La lámina la tuve que retocar con Photoshop, ya que era cuadrada y de color rosa, y no me pegaba con el resto. Así que le busqué un azul parecido y le di esa forma usando selecciones sacadas de otros dibujos.
Dos manos de alkyl en direcciones contrarias, dejando secar bien (un día para cada mano) y finalmente, un buen chorro de craquelador medium de Vallejo, en dirección contraria al último alkyl, que entendí suavemente con una brocha, de una sóla pasada.
Al día siguiente me encontré este craquelado, al que le añadí una pátina de cera y betún de judea, con cuidado de no ennegrecerlo demasiado.